miércoles, 7 de octubre de 2009

MARISOL VERA/CRÓNICA DEL SILENCIO



I. EL AMOR ES UN BISTURÍ


…no eres tú, mi dulce amor, no eres tú.
En realidad estoy dando a luz a la mujer.

La flor humana es exhibida al centro de la mesa,
completamente desnuda,
sin la eterna sonrisa del Alba: ella permanece afuera,
acicalando su pelaje púrpura, junto a mi madre y mi esposo.

El río amniótico adereza la ígnea soledad del cuerpo
–sólo es un cuerpo, no un ser.
La palabra alma es un agujero por donde se fuga el oxígeno.

Aquí nada es íntimo.

Alguien, como un escualo, hurga entre la claridad y el agua.
Un nombre desconocido me cubre de azul el rostro.

Ahora el filo, el denso aroma rojo, los dedos
apretados en el látex, la pezuña eléctrica del mar en la ventana,
el grito negro del aire coagulado, su invisible got got got

te están arrancando de mi vientre.
¿Qué es esta redondez fría colgada sobre mis ojos?
Me ha dejado aquí un gigantesco simio, su mirada hueca
se pierde en las corrientes de aire
como el grito de un moribundo al fondo de un pozo.

Todo es insólito, un espacio yerto,
sin forma, sin colores.
Blancas marionetas van y vienen
como grullas de largo pescuezo inyectándole azúcar a la Realidad.

Dos manos de carnicero te traen hacia mí
envuelto en algo incomprensible: un manto de pléyades
o una bufanda de luces.

No reconozco nada en ti.
Las caricias de los bebés molusco se adhieren
a mi sueño con húmedas ventosas.
El milagro retrocede: noches infinitamente largas
esperándote.

Y el cielo abierto, mi amor –te me has caído del vientre–,
una vasija redonda con olor a sangre,
moldura exacta del primer llanto.



Después de un largo camino, mis cincuenta ejemplares de Crónica del silencio están en casa. Una edición, fruto del deseo sincero del equipo de Letras de Pasto Verde, por reunir voces poéticas.
.
Había tenido, ya, la oportunidad de leer a varios de los 45 poetas hasta ahora editados (y a cinco de llegar a la meta propuesta por Mario Islasáinz) en la colección El Celta Miserable. Disfruto, especialmente, el pulso de Amaranta Caballero, a quien leí por primera vez en la revista Mar con soroche, en la sección Escrituras en el borde, Dossier fronterizo a cura de Amaranta Caballero (en Tijuana). Ahora me perturba deliciosamente su Infrutescencia, de la que tomo esta estrofa inicial:
....Yo fui una higuera.
....El tronco hecho un betún: confitería.
....Corteza blanca en remolino constante.
Me inquieta la nostalgia de Sara Uribe, sus líneas que navegan por la memoria (incierta) de lo inhabitado. La imagen del padre. Un deseo o un fantasma.
.....Nunca aprendí a nadar ni he vuelto a esa ribera. Alguien está hablando del humo,
....de su voz oculta entre el follaje: disfraces, disfraces.Y me golpea la Ergonomía tijuanosinaloense de Teresa Avedoy, esta primera anunciación desenfadada: Nos unifica la zozobra.La agresión no se hace esperar.
.
Pero es mejor dejar al lector a solas con cada poeta. Permitirle rozar las texturas, los filos. Esa sensación de que un río emerge de las manos..
Gracias a todo el equipo de la editorial Letras de Pasto Verde por este viaje.

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