lunes, 30 de noviembre de 2009

JAIME LOREDO/EL MILAGRO DE LA DERROTA

De otros diluvios escucho una paloma
Salvatore Quasimodo
[Primera Anunciación]

Hablamos del amor como si la certeza consistiera en nombrarlo,
como si fuera un ángel amargo
con el cuerpo destejiéndose en serpientes obscuras al tacto.

Esperamos que alguien nos diga que nos ama
y entonces,
el lecho es revés para la ternura.

Creemos que el amor es la obscura materia con que se construye la noche,
árbol que la muerte enarbola en el corazón de los hombres,
como si el amor fuera un cuestión de relámpagos y lluvia.

Y hablamos del amor con un deseo empalagoso,
con las ganas descendiendo sobre la piel,
como si entendiéramos la materia con la que se construye el corazón,
mordemos las sábanas abandonadas
mientras la muerte se desploma sobre nosotros.

Aprendemos que del amor no queda sino arrodillarse,
con la resignación de la derrota,
con el pulso de las bestias en nuestro pecho.

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