jueves, 25 de junio de 2009
MARIO NANDAYAPA/ANSIEDAD DE LLUVIA
Caluca cimbra la tierra
merodea mi impulso con ansiedad de lluvia
y uno reconoce el olor del miedo esa huella fresca en la ciénaga
y el miedo esta ahí recorriendo este maldito camino de hormigas
que llevan de la angustia a un suicidio crónico bajo la lluvia/
Caluca acecha en la hoja que se desprende de la tarde
y un temblor dispersa la animalía de estas palabras
y confundido reto al animal en la trampa de la belleza/
LA POESÍA DE MARIO NANDAYAPA
Eve Gil (Poeta mexicana)
Caluca es la autobiografía simbólica de Mario Nandavapa (Chiapas, 1965), quien ha hecho de la naturaleza su fuente de sabiduría e inspiración. Su poesía evoca al árbol, pero no al árbol de Octavio Paz —una especie de contrarreflejo y su inquietud existencial—. Para Nandayapa el árbol es el más antiguo de los significados poéticos y místicos; es así como se ramifica entre estas líneas: follaje intrincado, corteza abrupta, la raíz de la vida, “y asumo mi condición de árbol que no espera nada / después de la lluvia de agosto”. El cosmos poético de Nandayapa es corno un gran paisaje donde corre sinuoso un río: “Sacar mi cuerpo del espejo del agua / para que sea nube, la fauna contempla el cielo, lín1ites del día cuelgan hamacas / entro los secretos de una luna”, y los ancestrales secretos del cuerpo se trenzan con la humedad del tronco para elaborar la danza verde, “mi pasión clara / estanque del asombro”. El hombre como criatura de la selva, hecho de barro, el hombre como árbol, vigía, atento a la música del viento, ése podría ser Caluca, pulmón de donde emerge el canto de Mario Nandayapa, que captura la esencia misma de la poesía, la que corre por sus venas como una savia tibia. Poesía que repta por las emociones más antiguas, capaz de transformarse de manatí en mujer. Si se me pidiera una definición concretísima, minúscula de esta artesanía verbal, respondería: cola de lagarto. Del autor ha dicho Oscar Oliva: “De muy lejos viene esta poesía. De un idioma ya extinto.” Mario Nandayapa ha sido acreedor a diversos estímulos como las becas de la Secretaría de Relaciones Exteriores (1992), el Centro Mexicano de Escritores (1993), la Sociedad General de Escritores de México y el Fondo Estatal para la Cultura y las Artes de Chiapas (1997 y 1999)
CALUCA
Gustavo Ruiz Pascasio (Poeta mexicano)
En Chiapas, el siglo XX ha marcado el tránsito de la poesía escrita en lengua castellana en dos líneas de acción del sujeto poético: el poeta contemplativo de los avatares del mundo y del tiempo, y el poeta rector de la construcción poética del mundo.
En el primero de los casos, la contemplación reporta el predominio de una ¡intimidad emocional, no siempre afortunada, y una recurrencia denotativa del paisaje natural, pocas veces sorprendente.
En el segundo de ellos, el lenguaje se Impone como elemento constructor de los escenarios anímicos y revela un orden cosmogónico sólo posible y dado por la poesía.
Los poetas nacidos durante la década de 1960, han dedicado su esfuerzo tanto en una y otra dirección. Los mas aventajados, han tenido que bregar cuesta arriba, en un entorno poético que se caracterizó en la primera mitad del siglo por el encuentro y el canto por la pertenencia, en un afán por lo identitario llevado a los códigos poéticos. Los restantes, se han conducido por una pendiente que rinde tributo enunciatorio a las poéticas locales extremas, en grado sumo.
En esta geografía de la poesía escrita en Chiapas se inscribe la obra de Marlo Nandayapa (Chiapa de Corzo, 1965-). Su libro, Caluca, primero en una edición nacional, convoca el mito de la mujer que provee y revela el entorno natural. En él, Nandayapa confirma un discurso sólo comprensible por la tierra y la geografía cultural.
Otro rasgo distintivo es la reiteración temática de un personaje mítico. Al respecto, Caluca es la voz que cifra el universo, como recurso lingüístico de conversión; en una constante vertical que pasa lista a los mitos prehispánicos, pero sin trastocarlos.
De hecho, la principal virtud del poemario es este poema central que consigna y manifiesta el hallazgo analógico del mundo vía Caluca (“soy el primer ruido de la quietud/ en sus cuatro costados/ soy el primer relámpago que esconde el grito...”)
La poesía de Mario Nandayapa no está exenta de la deuda olivariana “ese estruendo que cae desde adentro de los siglos... ‘” y de la poesía de ¡a negritud de Armando Duvalier, ahora transportado a los vocablos chiapanecas, extinta etnia del centro de Chiapas.
Así, el libro descubre una ambigüedad poética a ratos contemplativa, a ratos en la búsqueda de lo remoto y a ratos en una creciente formación emotiva que cuando se desprende de su carga primitiva textual alcanza sus mejores momentos:
“He sentido la vergüenza de la soledad en toda su dimensión, mordiendo los hombros. Pero tus ojos brillan en el silencio del respiro. Por eso, ese niño y yo, habitamos contigo en el reflejo de una hoja húmeda”.
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