lunes, 10 de agosto de 2009

JORGE PECH CASANOVA/LA AUSENCIA NO PODRÁ MENGUARNOS


Hermoso mundo de pecado



Pórtico

La lluvia primera de septiembre
asalta la noche y a los caminantes
con un rumor de eras adormidas que se agitan.
Corre por la lengua del asfalto con fervor de reencuentro,
germina en los arriates desteñidos
que azotó por meses el estiaje,
aliña los grumos de polvo y desperdicio
que asediaban la cuneta,
hierve en los canales abrasados
de abandono por parias municipales,
profundiza y extiende los huecos
que el abuso obsequia al pavimento.
La lluvia, dúctil como lanceta,
hiende paredes, techos, marquesinas,
balcones de donde la curiosidad fue expulsada.
La lluvia, pasajera que nadie admite,
humea en cofres de camiones
que en esquinas infrecuentes se impacientan.
La lluvia, en efluvio, en arcada,
regurgita en cloacas que desborda
la marea de lodo que prospera,
irrumpe en la bovina certidumbre
de los sorprendidos,
esta noche que se derrama en los techos
como un tambor alucinado
por su propio arrebato.

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